Las personas que padecen la enfermedad de Parkinson (EP) pueden no solo presentar los síntomas propios de la misma, sino que en vista de los grandes cambios que viven a causa de esta tanto en la adecuación al entorno, en las relaciones con otros, los tratamientos a recibir e incluso el propio autoconcepto; es muy posible que las personas con condición de Parkinson empiecen a experimentar otros padecimientos, entre estos la ansiedad.
La ansiedad es entendida como “una reacción biológica que sirve para preparar al organismo ante situaciones de alerta o peligro” (Yañez-Baña, Cómo se citó en Macías, 2006, p. 116) (Macías, 2006) y en las personas con EP aparece con relativa frecuencia en las etapas iniciales de la enfermedad, incluso antes de que aparezcan síntomas característicos de la misma como los motores; y aunque si bien no son muy evidentes al inicio, autores como Macías (2006) declaran que “se suelen manifestar de diversas formas como agitación, ansiedad crónica, trastornos fóbicos y ataques de pánico” (p.115).
Las manifestaciones de ansiedad en personas con EP son alarmantes, puesto que estudios han revelado que una de cada tres personas que tienen esta enfermedad también desarrollan ansiedad en algunas de sus variables (Crespo & Bayes, 2015), situación en la que la sintomatología del Parkinson va acompañada desde sentimientos de inquietud hasta crisis de angustia, es decir “cuando la ansiedad se presenta de forma brusca, intensa y durante un breve periodo de tiempo” (Crespo y Bayes, 2015, p.5); no obstante, los trastornos de ansiedad más característicos o que se presentan con mayor frecuencia en personas con EP son los trastornos de pánico, fobia social, y Ansiedad generalizada (Lambert, Cómo se citó en Macías, 2006).
El padecimiento de fenómenos como la ansiedad en personas con EP se puede deber a múltiples motivos entre los cuales se encuentran: Los Factores Psicosociales “tales como la valoración que hace el afectado de su estado y de los recursos personales de los que dispone para afrontar su propia situación” (Crespo y Bayes, 2015, p.6), así como también debe ser tenido en cuenta las condiciones en las que se encuentre el sujeto a nivel educativo, socioeconómico y las redes de apoyo con las que cuenta; también están presentes Los factores personales, que en su mayoría vienen determinados por la experiencia vital del sujeto e “influyen en nuestra capacidad de adaptarnos a situaciones de estrés” (Crespo y Bayes, 2015, p.7), esto en virtud de que toma como referente la forma en como se ha enfrentado a situaciones difíciles en el pasado y que de ello le ha sido útil.
Por último se encuentran los factores de tipo biológico, los cuales pueden dividirse en las alteraciones biológicas que se producen a raíz de la enfermedad y las reacciones que puede tener el organismo frente a los tratamientos empleados para combatirla. Respecto a los primeros se hallan las alteraciones que sufren diversos neurotransmisores (sustancias que transmiten información entre las neuronas), tales como la Serotonina, la Noradrenalina y la Dopamina, las cuales aparecen durante la enfermedad (Crespo y Bayes, 2015) (Macías, 2006); así como el hecho de que se ha comprobado que la muerte neuronal que se produce a causa de una enfermedad neurodegenerativa como la EP no afecta solamente a las neuronas dopaminérgicas sino que también tiene implicaciones en poblaciones neuronales como las colinérgicas, glutamatérgicas, triptaminérgicas, bérgicas, adrenérgicas, noradrenérgicas y serotoninérgicas, lo cual, según autores como Macías (2006) “explicaría la existencia de síntomas no motores, que pueden aparecer precozmente y que durante varios años pueden orientarnos hacia otros diagnósticos” (p. 117).
Ahora bien, respecto a las reacciones del organismo al tratamiento se puede encontrar los efectos que tienen los medicamentos en dichos organismos, como por ejemplo el caso de pacientes con EP tratados con levadopa, en los cuales suelen presentarse ataques de pánico y trastornos fóbicos, tal como lo afirman Mayeux y Vázquez et al (Cómo se citó en Macías, 2006).
Referencias.
Crespo, M., & Bayes, Á. (2015). Consejos sobre Psicología para pacientes con enfermedad de Parkinson y sus familiares. Unidad de Parkinson. Centro Médico Teknon, 3-34.
Macías, Y. (2006). Ansiedad, Ira, Tristeza-Depresión en la Enfermedad de Parkinson. Universidad Complutense de Madrid, 1-293.
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