En la enfermedad de Parkinson una de las principales dificultades son las afectaciones motoras: el temblor en reposo, afectaciones en la marcha, la rigidez, entre otros. Se ha visto que las afectaciones más frecuentes y que más afectan la calidad de vida de los pacientes son por un lado la afectación en la marcha (marcha asimétrica, disminución en la longitud de la zancada, cambio de ritmo de la caminata, bloqueos), la carencia de ritmo en los movimientos y la capacidad de encadenar movimientos (bloqueos, errores constantes, movimientos fuera de ritmo).
Alrededor de esto surge la utilización de señales sensoriales externas para poder servir de ayuda para los pacientes con EP. Las señales sensoriales externas pueden ser, auditivas o visuales que se les proporciona a los pacientes para que sean usados como herramientas de referencia, así se les provee, por ejemplo, señales auditivas rítmicas como la de un metrónomo y se les solicita que sincronicen sus movimientos o su marcha con él, por su parte con las señales visuales se dota el piso con marcas simétricas y se les solicita que sigan un patrón.
Se ha demostrado que las herramientas antes expuestas tienen repercusiones positivas en los pacientes con EP, presentan mejoras en la capacidad de secuenciar movimientos, el ritmo y postura en la marcha. Además de permitirles realizar actividades motoras más rápido y similar a los sujetos de control. Lo anterior surge como una alternativa de terapia, que requiere un entrenamiento y terapia relevante se ha comprobado que tiene una mayor eficacia en la marcha y movimientos coordinados que la terapia física tradicional.
Referencia:
Fernández-Del-Olmo, M., & Arias, P. (2004). Facilitación de la actividad motora por estímulos sensoriales en la enfermedad de Parkinson. Revista de Neurología, 841-847.
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